CURRICULUM VITAE

Friday, December 23, 2011

La televisión: ¿Hada o monstruo?

    Además de las permanentes quejas maternas “Mi hijo no hace otra cosa que mirar tele” “ Es imposible despegarlo de la pantalla”, hace mucho que venimos escuchando reflexiones,  comentarios y  conclusiones de investigaciones que señalan los efectos nocivos de la televisión sobre la educación de los niños.
    Las estadísticas no mienten: la cantidad de horas que los chicos pasan frente al televisor confirma que a menudo se convierte en el “chupete electrónico” de larga duración.
    A pesar de todos los intentos por neutralizar la atracción que provoca la tele, la situación no parece haberse modificado. Los chicos siguen hipnotizados frente al aparato. “Es capaz de pasarse toda la tarde tirado sin mosquearse “. La realidad indica que la televisión tiene “algo mágico” que atrae a los chicos, y que puede mantenerlos abstraidos por un tiempo.En muchas ocasiones los padres actúan con resignación, como si la televisión fuera un terrible mounstruo invasor contra quien no se puede luchar. Ya ha ganado la batalla y sólo resta someterse a su “encanto”. ¿Se puede luchar contra ella? ¿Hay tiempo para revertir una situación que tiene cierta historia?
    Nada es  absoluto: como casi todas las cosas que nos rodean, la televisión tiene su parte buena y su parte mala. ¿Cuáles son las desventajas? Un alto grado de violencia y sobreerotización. El sensacionalismo con que se presentan algunos hechos. Imágenes desgarradoras del dolor humano. Programas que desenmascaran las más crudas realidades. Si esto hiere nuestra sensibilidad, mucho más lo hace con la de los chicos.
Para saber que existe el sufrimiento, el dolor, la maldad…no necesitamos que nos dejen cargados de angustia y llenos de impotencia cuando nada podemos hacer para modificar esos hechos. Si los adultos quedamos shockeados después de ver algunas escenas, ¿qué sentirán y pensarán los más chicos frente a una realidad tan cruda como la que se muestra? Más aún cuando ellos están aprendiendo a discernir qué es lo bueno y qué es lo malo; qué es lo real y lo posible, lo real y lo Irreal...) Cuando se juega con esas polaridades, el niño puede caer en grandes confusiones: la situación le es mostrada, “entregada”, sin que él pueda interactuar. No puede preguntar, no sabe qué decir, se mezclan dudas, imágenes, pensamientos. El niño mira y, entendiendo o malentendiendo, guarda en su memoria todo aquello que pudo registrar.

N0 TODO ES MALO


    Debemos también aceptar, sin embargo, que la televisión brinda beneficios. A través de sus imágenes y de la velocidad con que nos llega la información, nos pone en contacto con el afuera: muestra otras realidades, acorta distancias en tiempo y espacio; informa, actualiza y también recrea.
    Es una herramienta de entretenimiento con la que podemos mantenernos informados, disfrutar de una buena película, un programa que invita a la distracción o un documental que nos conduce por mundos desconocidos. Sabemos cómo se ve el mundo submarino a pesar de no haber buceado nunca. Podríamos describir a la perfección las características de la selva sin habernos adentrado en ella jamás. Y así tantas otras cosas. Por eso sería injusto catalogar a la televisión en sí misma como buena o mala.
    En todo caso, la televisión ofrece opciones para que cada quien elija qué cara del planeta desea mirar: si la más clara, optimista y constructiva; o la más oscura, destructora y pesimista.
   Porque, después de todo, el control remoto está en casa, puertas adentro y es uno quien decide qué programa sintonizar. De eso...a NADIE SE PUEDE CULPAR.

EL PODER DE LA IMAGEN


    Cuando se habla de lo perjudicial que puede resultar la televisión para los chicos, se refiere, particularmente a dos variables: el qué y el cuánto. Qué pueden mirar y cuánto tiempo es “aceptable” que estén sentados frente al televisor.
    El sentido común debe ser la guía que indique a los padres si tal o cual programa es “apto” o no para su hij@. Cada uno tiene derecho a decidir si acepta o no exponerl@ a ciertos programas o imágenes. La experiencia indica que es preferible pecar de precavido que de permisivo. Aquella frase de que “una imagen vale más que mil palabras” se confirma más de una vez cuando se mira televisión.
    Es cierto: las imágenes tienen un impacto mayor que las palabras. La imagen lo dice todo: una idea, el contexto en que se plasma, la emoción con que se enlaza...Además, las palabras pueden olvidarse fácilmente, pero ¿cuánto esfuerzo tenemos que hacer para borrar una imagen de nuestra mente? Si pudiéramos evitar haberla visto, ¿no velveríamos el tiempo atrás?
    Cuando la situación es inevitable (una propaganda  inoportuna, por ejemplo), más que paralizarse lo apropiado es pensar qué pudo haber provocado en el pensamiento del pequeño y ponerlo en palabras. Es decir, hablar sobre eso que vio que, posiblemente se esté cuestionando.

EL ROL DE LOS ADULTOS

    Los dibujos animados ejercen una fuerte atracción. son los preferidos de los más chicos (y de muchos adultos también...). Sin embargo no están exentos de agresividad. Otros, resultan altamente provocativos.
Sentarse de vez en cuando a mirar televisión con los chicos permite conocer cuáles son sus programas preferidos y descubrir qué es lo que les atrae de ellos. No sería de extrañar que madre e hijo terminen riéndose a coro de las ridiculeces que hacen los personajes. A veces, los chicos miran un programa “porque todos lo miran”...aunque en realidad les resulta de lo más aburrido.

CÓMO GENERAR OTROS INTERESES

    No existe una cantidad de tiempo óptima para que el niño “permanezca” frente al televisor. En todo caso son otras las preguntas que deberían hacerse los padres: ¿Qué actividades podría realizar para dejar de estar tan pasivo? ¿Qué  le puedo ofrecer a cambio de la televisión? ¿Cómo podría generar en él/la otros intereses?
    Un niño que sólo busca llenar su tiempo libre con la televisión es, por lo general,un niño que está aburrido. No sabe qué hacer y se sienta frente a ese aparato para hacer zapping una y otra vez hasta el final de la tarde.
    Cuanto antes se revierta esta situación, más fácil resultará. Pero no se trata de apagar el televisor. Se deben ofrecer alternativas interesantes respecto del qué-hacer. “Cortarle” la televisión...no resolverá su aburrimiento.

Lic.M.Eugenia Blattmann de Jones

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