CURRICULUM VITAE

Friday, December 23, 2011

Ahora…¡Papá!
Acostumbrados a pasar con mamá la mayor parte del día en una sucesión de vivencias cotidianas (a veces rutinarias), la llegada de papá del trabajo era el hito que rompía la monotonía.
Quizás sea por la  sorpresa, por la ansiedad de su llegada, por la alegría del reencuentro , que lo recordemos con la misma emoción de entonces. Otros hechos grabados en el alma, nos marcaron para siempre: “Cuando me enseñó a andar en bici”, “el día que me rescató de la ola”, “el vestido que tanto quería y me regaló para mi cumpleaños”… Lejos de pasarlos por alto, fueron para nosotros, grandes eventos.


PAPÁS DE HOY


Bien sabemos que desde hace un tiempo el papel del padre ha tomado un nuevo matiz. Su participación en la crianza y  la atención cotidiana de sus hijos es mucho mayor que la que podía preverse décadas atrás.  Actualmente, el papá hace valer su presencia desde el momento mismo de la concepción. Ya desde el vamos, él es papá.
 Durante la gestación del bebé su  actuación   es de fundamental importancia. Es protagonista. Tal como dice la psicoanalista Francoise Doltó “Tú estabas allí sólo porque tu padre deseó que nacieras”.
El acompañamiento  y el sostén que logre  brindar  a su esposa serán altamente significativos, tanto para el devenir del embarazo como para la constitución de los vínculos  que comienzan a tramarse entre los tres integrantes de la familia. Del mismo modo, los primeros meses de vida del bebé no se cierran en la relación madre-hijo sino que ésta se establece de manera singular, específica, de acuerdo con el grado de participación- en efecto y en afecto  del papá.


TRABAJAN MUCHO...DISFRUTAN POCO


La realidad actual  nos presenta una situación bastante alejada de la ideal. Muchas horas del día el papá permanece fuera de casa, trabajando para conseguir los recursos para mantener a los hijos, a quienes -paradójicamente- poco puede disfrutar. Si pudiera elegir, probablemente optaría por reducir su jornada laboral  a la mitad sólo para dedicarse a verlos crecer. Muchos papás cuentan con tristeza lo relegados que se sienten en cuanto a la crianza de sus niños: “Finalmente, no los puedo disfrutar”, “En la semana casi no los veo”,”Lo único que podemos compartir son las cenas”.
Su tarea prmordial será reubicarse en su rol de padre y desplegar algunas estrategias que permitan establecer una comunicación genuina: aquella que no se ata a los mapas ni a los relojes.
Por su parte, el pequeño escucha a diario expresiones tales como “Papá salió a trabajar”, “Papá vuelve tarde porque está en el trabajo”. Los términos  trabajo y papá parecen ser inseparables. De todos modos, su ausencia física no es determinante del tipo de vínculo padre- hijo. No es mejor padre quien más tiempo pasa con sus hijos ni es peor quien lo hace menos. No es una ley de proporciones matemáticas. Se trata de crear, fortalecer y enriquecer un vínculo donde lo que cuenta no es la cantidad de momentos compartidos sino la calidad afectiva que pueda lograrse en cada instante, en cada vivencia, por insignificante que ésta parezca. Esto implica acomodarse a las exigencias de una realidad que se impone, buscando los caminos más apropiados  a fin de que, a pesar de las adversidades, ese  vínculo se arraigue y cobre fuerza.  Porque se puede estar presente aún en ausencia.

EL MARAVILLOSO MUNDO DE PAPÁ


Así como en el momento de una despedida dejamos a quien tanto queremos, un objeto como recuerdo, lo mismo suele hacer papá. Esa lapicera tan preciada, el diminuto muñequito que encontró en la calle, la credencial de aquel congreso con su nombre impreso... ¿Cómo olvidar que son regalos de papá?. Y así, papá es compañía a toda hora. Cada vez  que se   toca ese regalito, cada vez que se lo mira, se siente que papá está; ese recuerdo lo trae al pensamiento, lo acerca y lo hace presente a través del recuerdo. Las palabras actúan del mismo modo que el “souvenir”.  ¡Qué valioso y tranquilizador para el pequeño es escuchar a papá!. Que le cuente  dónde está cuando trabaja, qué hace allí, cómo es el lugar... La cara de un niño se transforma cuando su papá lo invita al trabajo. Visitar la oficina, recorrer la fábrica, conocer las instalaciones es desenmascarar un gran misterio y adentrarse un poco en el “maravilloso”  mundo de su papá.


EL DON DE LA PALABRA

Las palabras acompañan las vivencias, calman los temores y aplacan la angustia. Poder verbalizar aquello que fue un interrogante callado, llenar un vacío con ideas, transformar la confusión en claridad, responder a una pregunta…promueven en el niño la organización mental de los acontecimientos, de los espacios, de los lugares. Aunque no sólo esto lo calmará. La palabra va a compañada del afecto        que la completa, le da sentido, imprime emociones a los sucesos y permite que cada cual ocupe un lugar de significación dentro de esta dinámica de relaciones. Y asi, el papá,  anticipándose a un viaje de negocios le dice “Te voy a extrañar un montón” o “Apenas vuelva armamos juntos la pista de carrera” o “voy a traerte esos alfajores que tanto te gustan”. Frases como éstas se graban en el niño, pues son la confirmación de que está presente en el pensamiento y en el sentimiento de su padre.Es como si, a través de esas palabras, le enviara un mensaje actualizado a cada minuto “ te pienso, por eso estoy con vos “. Entonces, a la distancia , están unidos,cercanos,intersubjetivamente enlazados. 
La frase de Richard Bach, sintetiza la misma idea con estas palabras: “ No puedo ir contigo porque ya estoy alli”.



TIEMPO DE COMPARTIR


El tiempo libre deja abiertas muchas posibilidades a la hora de compartir actividades.No son las grandes salidas ni los largos viajes ni las compras millonarias. Es un tiempo donde lo que importa es “ estar-con”.
En este reencuentro dos seres se  descubren, se reconocen,y así ambos se enriquecen. Los dos se necesitan; cada uno se alimenta del otro a través de las palabras, de las miradas, de los gestos. Van escribiendo su propia historia vincular: de qué se trata ser hijo y de qué se trata ser papá.
Cada niño según su edad, reclamará diferentes tipos de participacion de su padre: el bebé unas muecas divertidas, un paseo por la plaza, las caricias a la hora de dormir. Más adelante se impondrá la lectura de un cuento en la cama, la guerra de cosquillas y el inminente arreglo del autito o la muñeca.  Luego los varones reclamarán una salida a solas para conversar “cosas de hombre”…
Lo cierto es que durante toda la infancia papá tiene algo de Superman ( si es que en realidad no lo supera) : ese personaje todopoderoso, justiciero, defensor del bien, y protector a toda hora y en todo lugar.


PAPÁ NO SE NACE


Cada persona tiene una modalidad propia de  enfrentar los hechos y los cambios de la vida. Es una manera que tiene que ver con la historia personal, con la idea que se tiene de sí mismo,  y con la asunción del propio rol.  Y como ya dijimos, a ser papá se aprende. Llegar a serlo produce una transformación en el varón, que a partir de entonces es responsable de la vida que creó. Por eso , se es papá de un modo peculiar; y en esa relación se actualiza el modelo aprendido: cómo es un papá y cómo se hace para serlo. El modelo se recrea y se ajusta a cada situación específica: “ser papá de este hijo”.  Además,cada uno de los dos está inscripto en una red de relaciones afectivas, familiares y sociales.

UNA CUESTIÓN DE LÍMITES


El niño necesita que su papá le marque los límites, que lo haga sentir seguro de qué es bueno y qué no; qué se debe hacer y qué no está permitido; qué es peligroso y qué no lo es.  Esa figura de autoridad, lejos de significar castigo o represión, es la figura que lo protege y lo conduce para que, paulatinamente, el pequeño vaya interiorizando las normas y pueda vivir en forma autónoma dentro del ámbito social y cultural al que pertenece.
Esta modalidad no se contradice con el papá que se tira al suelo a jugar. El niño encuentra en él (al igual que en su mamá) un compañero de juegos: un rival a quien vencer con la espada, un súbdito que debe obedecer sus órdenes (las suyas, de rey, de cacique, de jefe)… Es un espacio compartido donde todo vale. Incluso, ser más fuerte que papá.
No es lo mismo que el juego con amigos. Es un juego privilegiado porque aquella figura, a veces temida, tan grande y poderosa, es la misma que ahora, con cosquillas y entre risas, demuestra cuánto puede mimar a su hijo.
Así , el pequeñín, redescubre a su papá como un ser que puede “hacer de niño”, ser juguetón y compinche…aunque con la certeza de que en esos brazos encontrará siempre la mano salvadora, y en esa mirada, el auxilio a tiempo de la protección paterna.

Lic. M.E.B. de Jones

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